La cantante presenta un disco-libro en el que aúna su música y la obra del poeta español
Cuenta Chavela Vargas que en las noches de luna tiene el honor de
hablar con García Lorca: “Estaba en mi casa de Tepoztlán, sentada y sola
y escuché una voz, era Federico y le pregunté: ¿Qué hicieron con tu
muerte?”. Y cuenta que de ese diálogo y de esa amistad nace su último
trabajo, La luna grande (Discos Corason),
un disco-libro en el que la cantante más mexicana —por más que naciera
en Costa Rica hace casi 93 años— recita al poeta español, mientras
suenan algunas de sus melodías célebres como Cruz de Olvido o Piensa en mí.
El álbum se ha presentado este domingo en el Palacio de Bellas Artes de
la Ciudad de México con cartel de “entradas agotadas”, reventa a la
puerta del recinto (“¡hay boletos, hay boletos!") y el entusiasmo
extraordinario de los seguidores de la cantante.
Un año llevaba Chavela trabajando en este álbum, que incluye el recitado de 18 poesías, como el Romance de la pena negra o Yo soy la madre de doña Rosita, y dos canciones inéditas escritas en homenaje al granadino: Ángel que no vela y Qué hicieron con tu muerte.
Y quiso presentarlo rodeada de personas queridas: Laura García Lorca,
sobrina nieta del poeta, en el papel de presentadora, y dos cantantes,
una por cada mundo: la española Martirio, que le dijo que gracias a su
voz lloraba “muy bien” porque “nunca son lágrimas de tristeza sino de
pureza limpia”, y la mexicana Eugenia León, que la calificó de
“referencia para todos los que han aspirado a cantar con decoro y
dignidad”.
Durante la presentación se escucharon algunos de los poemas grabados en el álbum (anoche los dos con la luna llena / yo me puse a llorar, y tu reías...)
y se oyó cantar a Martirio y a Eugenia León. Pero sobre todo se
escuchó, viva y auténtica, a Chavela, que empezó tímida, y que sentada
en su silla de ruedas y enfundada en un elegantísimo poncho blanco y
negro parecía al principio que no iba ni a hablar. Y vaya que si lo
hizo: habló, cantó, contó chistes y el público se puso de rodillas y
celebró todas sus intervenciones a carcajadas. Las más graciosas y las
que no pretendían ser ni ingeniosas, daba igual. Hizo reír, pero también
emocionó a los asistentes cuando recordó al poeta al que rendía
homenaje: “Adelante, Federico; yo voy atrás con mis plantas cansadas de
tanto amar, de tanto soñar, de tanto abrir puertas y ver mariposas que
se quedan dormidas en la puerta de mi choza”.
Los espectadores se la querían comer. Y ella saltar al patio de butacas y dejarse devorar: “Me dan ganas de irme pa
abajo, lástima que no pueda caminar”. Pero el foso y la silla de ruedas
eran insalvables, así que se estableció un curioso intercambio a gritos
de piropos y de agradecimientos. Aprovechando los silencios del acto,
se oía la voz de algún espectador: “¡Comiste magia!”. O bien: “¡Por ti
vivimos y por ti morimos y por ti lloramos!”. O simplemente:
“¡Chamana!”. El resto de los asistentes chistaba para reclamar silencio
pero entonces era la propia Chavela la que hacía callar a estos para
enterarse bien de lo que le decían. Y no dejaba un cumplido sin
respuesta: “Gracias, mi amor. Ustedes son preciosos”. Y también:
“Chamana, sí ¡Y a mucha honra!”.
La cantante concluyó la presentación cantando La Llorona y Luz de luna,
otro de sus temas emblemáticos que entonó junto a Martirio y a Eugenia
León. Y dejó una noticia para los curiosos y los periodistas: al fin se
reveló el secreto de su longevidad. Y no son los 45.000 litros de
tequila que confiesa haberse bebido en su vida y que, echen la cuenta,
en 93 años suponen casi litro y medio al día, pese a lo cual asegura
tener un hígado “apto para la donación”. No. El secreto es que no goza
del favor de los cielos. “Lorca fue un elegido de los dioses, por eso se
fue temprano. En cambio a mí me odian y aquí sigo”. Y su público espera
que por ahí arriba no se acuerden de ella en mucho tiempo.
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